De todas las ramas de la Astrología, una de las menos conocidas actualmente, por momentos olvidada, por momentos revitalizada, es la “ciencia de las interrogaciones”, o astrología horaria.

Mientras que la astrología genetlíaca o “natal” estudia el cielo al momento del nacimiento como base, y a partir de allí hace un estudio de la vida de una persona (tanto en su naturaleza esencial, como en su desarrollo a lo largo del tiempo), la astrología horaria es algo diferente. Es un arte práctico, una mancia, que se enfoca en hallar respuestas a preguntas concretas, que le son consultadas al astrólogo. Cuanto más concreta y pertinente la pregunta formulada, más específica y precias tiende a ser la respuesta que el astrólogo puede brindar. Y puede hacerlo sin saber la fecha y hora de nacimiento de quien consulta.

La astrología horaria, en vez de partir de la persona del consultante, parte de su inquietud y necesidad, y específicamente, del momento en que el consultante le da forma y la expresa en voz alta. La consulta horaria es un estudio de una un mapa del cielo que representa las posiciones aparentes de los cuerpos celestes más importantes, al momento en que la consulta misma toma forma e identidad.

La astrología horaria tiene mucho parecido con las prácticas mánticas o adivinatorias. En la consulta tenemos siempre:

  • Un Consultante: Viene siendo la persona que inicia la consulta, que va a ver al astrólogo en busca de consejo. Puede ser el propio astrólogo.
  • El Astrólogo: El astrólogo es quien recibe la consulta, y va a “levantar” (es decir, calcular, graficar y analizar) una carta horaria. Del estudio de esta carta, el astrólogo va a extraer observaciones sobre la consulta, y un juicio o conclusión. Va a comunicar estas cosas al consultante de una forma clara, empática y precisa, para ayudarlo a resolver la situación que motivó la consulta.
  • Una pregunta: El objetivo de la consulta es hallar en el cielo, la respuesta pertinente a una pregunta concreta. Cuando el consultante y el astrólogo comprenden la pregunta, se da el instante para cual se calcula y “levanta” la carta horaria.
  • La Carta Horaria: La carta horaria es un mapa, una representación del cielo, que incluye las posiciones de los cuerpos celestes que forman parte de la tradición astrológica, expuestos de forma tal que el astrólogo pueda, usando las reglas y el lenguaje simbólico propio de su Arte, llegar a conclusiones concretas sobre la cuestión preguntada.

En el centro de la consulta por supuesto está la pregunta. ¿Qué es lo que el consultante desea saber? Puede ser algo tan prosaico como recordar dónde dejó un objeto “perdido”, como orientación para una decisión de gran relevancia (casamiento, arriesgarse a un emprendimiento, etc.).

La carta horaria se “levanta” para el momento en que la pregunta es formulada y entendida tanto por el astrólogo como por el consultante. Será analizada siguiendo las reglas específicas del Arte, hasta extraer de ella el significado relevante. Muchas “horarias” se pueden “leer” en pocos minutos. Otras, requieren algunas horas de trabajo por parte del astrólogo.

Dentro de las ramas clásicas de la astrología, la horaria es una de las más “mágicas”. Combina la subjetividad del juicio del astrólogo, con el frío contraste inmediato entre lo predicho y la realidad. Es tal vez de diferentes astrologías, una de las que menos se presta a una formulación científica o racional.

En buena parte de la historia, la astrología horaria era la puerta de entrada al saber astrológico. El “primer escalón” que todos los astrólogos aprendían antes de progresar a otras ramas más complejas y demandantes (elecciones, natal, médica, mundana, etc.). Hoy, es un saber que los astrólogos humanísticos suelen dejar de lado, porque no tiene un contenido psicológico comparable al análisis de la carta natal. Sin embargo, con el renacimiento de la astrología tradicional en las últimas décadas, la horaria está nuevamente volviendo a enseñarse.

Es para gran beneficio de la comunidad que toda la riqueza de este conocimiento de a poco se vaya redescubriendo.