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Astrología clásica, Tarot y Esoterismo

La Astrología Horaria, o el arte del “momento”.

La Astrología Horaria es una rama de la Astrología que hoy muchos astrólogos no conocen. Es una rama de la astrología en la que la carta natal no es el centro de la atención. No es psicológica ni particularmente introspectiva. No tiene nada de la mística new age de la que muchos autores visten su oferta de servicios o sus redes sociales.

La Astrología Horaria es, primero y en esencia, un oráculo. Es un arte en el cual el astrólogo, interpretando el cielo, puede obtener respuestas concretas a preguntas específicas, de importancia para el consultante (que muchas veces es el mismo astrólogo).

Es una rama de la Astrología que es eminentemente práctica y predictiva. Al dar predicciones concretas, estas son rápidamente contrastables contra la experiencia directa de quien hace la consulta.

Cuando la astrología entra nuevamente a la conciencia masiva a principio del siglo 20, la horaria fue convenientemente dejada en el olvido, porque no era compatible con:

  1. El creciente humanismo y carácter psicológico-descriptivo de la Astrología naciente en ese tiempo, que prefiere evitar la predicción concreta y centrarse en el estudio de la psiquis del consultante.
  2. Tampoco lo era con la astrología comercial, de los “horóscopos de revista” (y luego, de TV), rama bastardeada pero eminentemente rentable para muchos.
  3. Mucho menos, para con la astrología de persuasión más cientificista o racional, que busca la validación por medio de la causalidad y (a falta de tal) de la correlación estadística.

La Astrología Horaria era la “puerta de entrada” de la astrología tradicional. Tanto por eso como por su propio mérito, así sirvió desde los primeros siglos de la Era Cristiana, durante todo el dominio de la astrología perso-árabe y luego durante el alto medioevo y el renacimiento europeo, alcanzando su más alto exponente en el siglo 17, de la mano de William Lilly, a quien casi todos los practicantes modernos reconocemos como el gran maestro de esta rama astrológica.

Es por ello una astrología que brilla en su forma “clásica”, con estricta separación simbólica planeta/signo/casa, con un aire determinista en su superficie, predictiva, y con reglas específicas que a ojos modernos desafían muchas veces los postulados de la astrología genetlíaca humanística.

Más aún… es una rama de la astrología sorprendentemente accesible para cualquier astrólogo que tenga la disposición de abordarla (y la mente abierta para “suspender” su modernidad). Un arte que da resultados tangibles en la consulta. Es totalmente practicable usando el simbolismo clásico sin “contaminarlo” de astrología moderna. Si amigos: es posible predecir con astrología y NI SIQUIERA MIRAR los transaturninos, la Lillith, a Kirón, a los asteroides y los puntos uranianos. Es obvio que para lograr maestría se requiere más que un conocimiento introductorio, siendo que hablamos del primero de los peldaños en una larga escalada hacia el conocimiento interior de la astrología clásica…. pero ya con sólo una introducción (y el compromiso de respetar el simbolismo y la técnica), se alcanzan resultados prácticos y tangibles.

En el centro de la astrología horaria es distintivo: no es una astrología natal, es una astrología destinada a responder preguntas concretas, y la carta que el astrólogo analiza no es un natal, ni una progresión, ni una revolución… Es una carta levantada y calculada para el momento de la Pregunta. En el respeto y cuidado de este momento subyace la efectividad de la interpretación posterior, y por ende su valor predictivo y práctico.

La magia del momento.

En la vida de una persona, el “momento” de su carta natal es la raíz de toda predicción astrológica. Es un momento de transición y de una importancia capital, usualmente considerado el momento de la primera inspiración independiente del recién nacido, momento en el cual se produce una transferencia intangible entre el estado cósmico del universo, y la vida que en ese instante toma existencia independiente y concreta.

De esta premisa básica derivamos toda la astrología genetlíaca, y enorme edificio del saber de la astrología occidental, aquel que congrega a la mayor cantidad de practicantes y entusiastas.

La Horaria es diferente. En la Horaria la carta natal del consultante tiene un papel que no es determinante de la interpretación. La carta horaria está levantada para un momento que también goza de una inefabilidad, que también tiene un caracter numinoso, irrepetible.

La carta horaria está “enraizada” en el momento en que algo que es una preocupación del consultante de alguna forma cristaliza, y por un acto de libre voluntad, es formulada como una pregunta. Este instante es el que por correspondencia con el macrocosmos del cielo, contiene en su naturaleza simbólica la respuesta al interrogante formulado y con ella el juicio sobre la cuestión preguntada.

Si meditamos esta afirmación, y le damos la dimensión y profundidad que merece, podemos notar que es contrastante con buena parte de los postulados ptolemáicos sobre la naturaleza de la Astrología (más parecida a una ciencia que a una disciplina mágica), y por ende con buena parte de la formación impartida a los astrólogos en las escuelas y manuales modernos.

Lo que estamos diciendo es que todo instante de tiempo, en su continuo azar azar aparente y su infinidad caótica, puede por virtud de la confluencia de la existencia, la necesidad y el ejercicio de la voluntad, concomitante con la habilidad de interpretar la Luz del firmamento, convertirse en un punto singular que no sólo contiene, en el minúsculo corte que nuestra conciencia hace de esa vastedad simbólica, una fotografía perfecta del presente, sino que por añadidura puede contarnos qué ocurrirá, en el circunspecto circuito de la pregunta concreta formulada por el consultante.

Piensen en esto. Es de una implicancia a la vez conmovedora y profundamente transformadora de nuestra visión tanto del tiempo como del destino.

Esta afirmación, y por ende la propia naturaleza de la Horaria, es de esta forma no sólo una cuestión de aplicación objetiva de reglas, seguidas de una lectura simbólica. Hay algo eminentemente subjetivo en la Horaria. Artístico. Mágico. Esa semilla irracional va en sentido contrario y refractario con el paradigma científico (o más correctamente cientificista, pero es para otra ocasión la discusión).

Cómo se presenta el momento de la Horaria.

Para que la consulta horaria tenga sentido, el tema preguntado debe ser de importancia, debe ocupar lugar en la preocupación y la psiquis del consultante. Debe “pesar en el alma”, de alguna forma.

Pero el “cuando” toma la forma de una pregunta horaria es la raíz de la cuestión.

Cuando el Astrólogo es el Consultante.

La manera más sencilla de abordar el tema es considerando que es uno mismo quien va a hacer el cálculo e interpretación (bueno, el cálculo lo puede hacer la computadora).

Todos pasamos alguna vez por una situación así… un suceso, evento o tema en general va creciendo en nuestra preocupación, causándonos inquietud, hasta el punto en que nos llama la atención y necesitamos de alguna forma darle respuesta. Esta secuencia es un claro descriptor de que el tema puede ser abordado por medio de la consulta horaria.

Pero no basta sólo con “darle vueltas al tema”. En el momento en que tomamos la decisión de aplicar nuestro saber astrológico al problema, debemos inmediatamente formular este tema en forma de pregunta. Este proceso trae aparejado un enfoque de la conciencia, reduciendo al máximo las variables del asunto y concentrándose en lo esencial del mismo hasta poder darle forma como una pregunta. Puede ser tan prosaica y trivial como “¿Dónde está mi billetera?”, como trascendente y consecuente como la elección de una pareja, de un trabajo o la decisión de hacer cambios sustantivos en la vida de uno. Todo depende de cual sea el tema y de cómo formulemos esa pregunta.

Y acá está la “magia”: es el momento en que la pregunta tomó forma y la enunciamos como tal, comprendiendo todas sus consecuencias e implicancias para nosotros, reconociendo tanto su importancia como nuestra incertidumbre, y depositando la confianza en el Arte, que se vuelve trascendente y es ese instante de tiempo el que de alguna forma cristaliza “todo lo que necesitamos saber” sobre el tema. Es esa hora y minuto exactos, en el lugar particular en que nos encontremos, la que usaremos para calcular la carta horaria. Y es esa carta la que nos va a dar una respuesta adecuada y ajustada a la pregunta que formulamos (o nos va a indicar por qué no es posible hacerlo).

Cuando es una consulta para un tercero.

La consulta personal presupone de parte del astrólogo un saber y una gimnasia de introspección que no es replicable en los consultantes. No podemos esperar de ellos que tengan la pericia de reconocer el momento en que es menester levantar la carta. Es más, la mayor parte de las veces, la formulación original de la consulta por parte del consultante es difusa, vaga o imprecisa. Incluso a veces contiene una apreciable dosis de racionalización y autoconvencimiento, preguntando por el “síntoma” y no por lo que realmente desean y necesitan saber.

Es por eso que en la consulta astrológica, el astrólogo debe recibir la consulta e interrogar al consultante, a veces llegando a sugerir reformular la consulta, hasta que tanto el astrólogo como el consultante estén conformes con que ambos tienen un entendimiento cabal de qué, cómo y por qué se está preguntando lo que se está preguntando. Esto claramente es lo “segundo mejor” comparado con el caso anterior, pero es lo más a lo que podemos aspirar en la consulta. Y aún así funciona.

En el momento en que el astrólogo y el consultante acuerdan cuál es la pregunta, es que se toma el tiempo y coordenadas, y se se levanta la carta horaria.

El Arte adivinatorio que se juzga a si mismo.

Una última consideración interesante quería hacer antes de cerrar y dejarlos con toda esta pila de ideas para pensar…

La Horaria es el único oráculo que conozco que tiene un fuerte sistema de autorregulación. Previo a la evaluación de cualquier carta horaria, el profesional dedicado debe realizar las Consideraciones Previas al Juicio, a veces llamadas en inglés strictures. Entre ellas se evalúa la calidad de la carta (indicadores como ASC en grado temprano o en grado tardío, Luna vacía de curso, Significadores en grado de fuga, maléficos en posición angular o en las casas angulares, y un largo etc.). Muchos de estos indicadores PROHIBEN la lectura de la carta, al mostrar que hay algo mal, con la pregunta, con el momento, con el consultante o con el propio astrólogo.

Asimismo, la evaluación de radicalidad de la carta (una cualidad que tiene que ver con la habilidad de la carta para describir la situación preguntada), es cardinal para definir si uno prosigue o no con el análisis.

Si todas las consideraciones son positivas, y la carta es radical, entonces la respuesta podemos estar seguros será de utilidad, y será clara en el simbolismo de la carta.

Si, por el contrario algunas de estas cosas fallaran y nosotros persistiéramos tercamente en extraer una interpretación sin un adecuado fundamento, nuestra elucubración estará viciada en origen y será en perjuicio de nuestro consultante (seamos nosotros mismos o un tercero).

La Horaria nos demanda un respeto enorme por la naturaleza del momento presente, por nuestro Arte, y por el Consultante. Y nos hace saber cuándo estamos por equivocarnos en términos que son claros y directos. 

La consulta horaria sólo tiene sentido cuando tanto el Consultante, lo Consultado y el Astrólogo son excepcionalmente sinceros en su motivación y acción. Cualquier mácula que tiña alguno de estos participantes condenará el juicio a despegarse de la realidad, muchas veces en serio perjuicio hacia los involucrados.